"Se ha llegado, efectivamente, a la idea de que el escritor tiene una cierta obligación de sufrirlo todo, y si encima se queja, parece un cínico o un pedigüeño. Que siempre ha tenido entre nosotros un cierto e insoportable carácter de beneficencia el entendimiento al que llega el individuo con la entidad o empresa. Entretanto, las cuatro ideas que circulan por ahí, y de las que vive y se nutre toda una época, son cuatro ideas inventadas por el escritor y mantenidas por él con su pluma. Y quienes tienen algo en España saben que lo tienen y cuáles son sus derechos a tenerlo por quienes escribiendo se preocupan todos los días de decírselo y defender sus causas. Y los que no tienen nada, si saben alguna vez que no lo tienen y llegan a creer que se puede tener quitándoselo a los demás, es también porque hay plumas encargadas de decírselo todos los días, cumpliendo quién sabe si una íntima y anárquica decisión de que ruede aquel edificio de una sociedad donde monstruosamente no han encontrado puesto.
El mundo se mueve por ciclos de pensamiento escrito. Pero los escritores siguen viviendo de milagro, condenados a trabajos forzados y limitando a norte, a sur, a este y a oeste con los polos cuadrados de la indiferencia cerril."

(CESAR GONZALEZ RUANO)

lunes, 18 de noviembre de 2013

LAS COSAS DE LA VIDA...

 para Edgar y otras excepciones a... la regla


-Me gusta escuchar a los músicos del Metro, contemplar a los mimos del parque, deleitarme con las historias y versificaciones de los rapsodas que a veces paran en la plaza. Suelo comprar unas latas de cerveza y pasarme buenos ratos de palique con ellos entre los descansos de sus actuaciones. Aunque últimamente están un poco raros, como menos cordiales. No dan mucho pie a la conversación...
-¿Alguna vez les ofreciste una birra o dejaste una moneda en sus sombreros?
-¿Yo, de qué? Jamás doy limosna... ¿Tú crees que puede ser por eso su cambio de actitud? Dios, qué gente más interesada... Ya no se puede fiar uno de nadie. Y yo pensando que hacían eso por amor al arte...
-Chico, yo tampoco doy nunca limosna pero, desde luego, si me parase a pegar la hebra con alguien que toca, canta, versifica o hace muecas en la calle (que no lo hago, salvo en muy raras ocasiones -recuerdo una mañana en el jardín botánico a un sujeto que tocaba ese cacharro de madera australiano de sonido monocorde...-) procuraría dejar una moneda en sus sombreros. Y, por supuesto, no lo consideraría una limosna.




martes, 10 de septiembre de 2013

PANTALLA ZURDA

"La mirada zurda nos propone un insólito recorrido cinematográfico, casi un itinerario vital, porque a Fernando se le pueden achacar algunos defectos, tachas o fisuras (quede libre el que después resultó apedreado) mas nunca la de no conocerse a sí (es decir, que disfruta de la más sublime de las virtudes, para lo pleno, para lo terrorífico, al modo que nos mostró Burke). La selección que aquí se nos presenta no es inocente, es una relación de las muescas —estéticas y éticas— que el conjunto de títulos mencionados ha dejado en quien los recita (y hay ocasiones en que, incluso, los proclama). También por eso resulta fascinante este viaje, porque, además del punto de fuga escogido para iluminar la historia, lo que se descubre, en una segunda o tercera instancia, es la huella de una personalidad fascinante.

Se entra a oscuras, sin conocer la programación. Uno se acomoda. Cuando el estupor se disipa, comienza la fruición.

Se pueden destacar muchas cosas de estos textos. Por encima de otras, voy a quedarme ahora con la elegancia del modo en que se detalla lo que se dice. La elegancia es mirar a las cosas desde su altura y no tratar de imponerlas nuestro estilo, impronta, prejuicio, cabezonería, ocurrencia o sentimentalismo. Eso sería un expresionismo, interesante para otras artes. La elegancia de esta mirada zurdesca radica en lo contrario, en dejarse impregnar por lo que a uno le están contando, sin contaminar. Una suerte de impresionismo entusiasta aunque libre de euforia. Elegante. Para después proceder a establecer esa conexión sorprendente, metazurdesca, de entramados lumínicos de hipertextos que procrean a cada instante y que, ahora sí, razonan lo que previamente se ha sentido. Conocerse. A sí mismo. Sin moralinas. Sin expedientes reglamentarios." (ESTHER PEÑAS)


PULSA EN EL LIBRO Y ASI TE ENTERAS DE COMO CONSEGUILLO

martes, 13 de agosto de 2013

SEGUIDORES Y PELMAZOS

Tal vez sea por las aún recientes proyecciones de EL BOSQUE ZURDO en el Círculo de Bellas Artes o sencillamente porque en el verano hay más ratos tontos que dedicar a prioridades muy secundarias pero, tras meses de plácido estiaje, en la canícula se me acumulan los tiestos que solicitan ser ¿amigos? de FB. Todos reciben su correspondiente aviso de peaje y todos reaccionan igual: o bien alzando el gallo ante tamaña ofensa o bien escaqueándose en el silencio tancrediano (o sea, quedarse ahí plantificados, sin retirar la solicitud -que sería lo lógico si, una vez leído el aviso, no tienen la menor intención de cumplir sus condiciones-). Bueno, ultimamente algunos me han salido con una cosa nueva: en realidad, sólo querían preguntarme tal o cual historia y se excusan por las molestias. En ningún caso aprueban el test de empatía, se ponen en mi lugar y procuran comprender la razón del peaje. Está claro que hacer un pedido de uno de mis libros o de la colección corazonesca es una prueba demasiado dura sólo propia de una mente cruel y vesánica como la zurda.
Y ahí está el quid, la diferencia entre quien le sigue a uno y quien lo que pretende es imponer su presencia en la vida de uno: la diferencia entre la atención respetuosa siempre cargada de empatía, de condolerse con las desgracias de aquel a quien se atiende cuando el idol en cuestión está en horas bajas y la profanación, la intención de que carguen con tu no solicitada presencia más para afirmarte tú (esa afirmación profana de las masas tan bien descrita por Ortega en su ensayo) que para confirmar tu afinidad con el presunto idol. El mismo impulso que lleva a ensuciar con inscripciones obscenas (por idiotas) los muros de una iglesia desierta o la corteza de un árbol hendido por el rayo.
Y por enésima vez lo repito: bendita la hora en que se me ocurrió lo del peaje...  




lunes, 25 de marzo de 2013

www.facebook.com/fernando.marquezchinchilla/info

oda a una de mis mejores ocurrencias



Oh, link bienaventurado
que me preservas 
de los visitantes al zoo de la existencia
(unas visitas atípicas
que, en vez de echar de comer
al bicho tras los barrotes,
se atiborran la mirada
con ajenas aflicciones).

Oh, peaje magnífico,
electrificada valla
que aleja a los hideputas.


«Y todo aquel que "paga peaje", desde el momento en que tiene a bien hacerlo, ya no está pagando peaje sino demostrando su empatía y teniendo un detalle. El peaje sólo existe como tal para los que no lo piensan pagar nunca. El que quiera entender, que entienda...»  (autocita)